Kaari fue ingresada en el Proyecto Ícaro en enero de 2003, tras la muerte de su madre por un brote hemorrágico de lupus sistémico. La paciente, con historial de vulnerabilidad inmunológica y acoso escolar crónico, vivía con su madre en un barrio espiritualista de Houston, Texas. Su padre había desaparecido cuando Kaari tenía ocho años. Más tarde se descubrió que era miembro de una célula radical autodenominada Trance de Éter, vinculada a Garou errantes del sudeste asiático. La niña fue reclutada tras un intento de suicidio mediante ayuno prolongado y exposición a símbolos arcanos, lo que la hizo candidata ideal para sinergias de tipo taumaturgo.

A diferencia de otros sujetos del Proyecto, Kaari mostró alta estabilidad neuroquímica, con un patrón de aceptación casi místico del proceso de transformación. Solo se le realizó una única reeducación leve, centrada en modular sus recuerdos oníricos. Sin embargo, desde el principio manifestó episodios de disociación simbólica: se negaba a responder por su nuevo nombre (propuesto por el Departamento), hablaba con frases tomadas de libros esotéricos, y solía entrar en trance espontáneo durante las sesiones de orientación.

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